¿Qué es el glutamato monosódico?
El glutamato monosódico o también conocido como GMS es un aditivo cuya función es potenciar el sabor de algunos alimentos procesados industrialmente. 
Entre algunas de sus funciones, consigue que tanto las carnes procesadas como la comida congelada tengan un sabor más fresco, también propicia que los alimentos que están enlatados carezcan de sabor metálico.
El glutamato monosódico es la sal sódica del ácido glutámico, lo podemos encontrar en los envases de los productos que lo contienen con el código E621, Estados Unidos lo clasifica como ¨Generalmente reconocido como seguro¨ y la Unión Europea como un aditivo alimentario.
La producción actual del glutamato monosódico se hace mediante la fermentación bacteriana, proceso que es similar al de la fermentación del yogur o el vino. Algunos de los productos que intervienen en ese proceso de fermentación son remolacha, caña de azúcar y melaza.
Síndrome del restaurante chino
El glutamato monosódico también es conocido por el Síndrome del restaurante chino, esto se debe a que en este país asiático su uso en la cocina está muy extendido y también lo está en los restaurantes chinos.
En el año 1968, el doctor Robert Ho Man Kwok habló por vez primera de algunos síntomas que sufrían algunos de los clientes de los restaurantes chinos después de la ingesta de la comida, como náuseas, dolor de cabeza, vómitos, taquicardias, sensación de malestar e incluso en algunos casos reacciones alérgicas. A partir de ese momento todos los focos se pusieron sobre el GMS.
Durante todos estos años han habido estudios desde diversas universidades de Estados Unidos y Europa a asociaciones farmacéuticas, en las que se ha intentado demostrar tanto que el GMS es perjudicial para la salud como que no lo es, con diversidad de resultados. En cualquier caso los síntomas suelen ser leves y momentáneos, aunque hay quienes afirman que los efectos que puede causar son a largo plazo.
Otras de las características del glutomato monosódico que le ha puesto en el ojo del huracán es su efecto sobre el apetito y por ende el impacto en la obesidad.
Se ha probado en animales, que el consumo de de GMS produce un apetito voraz, hasta un 40% más de lo normal.
Los alimentos procesados de forma industrial que contienen GMS no son precisamente los más sanos que podamos ofrecer a nuestros hijos, algunos de ellos son las patatas fritas y otros snacks, salchichas, etc, de modo que cuando se comen este tipo de productos ricos en grasas y calorías, producen una ansiedad que lleva a ingerir cantidades mucho mayores de lo normal, favoreciendo la obesidad.
Esta ansiedad se debe a que el glutamato monosódico afecta a las partes de nuestro que cerebro que se encargan de regular la sensación de apetito y saciedad.
Es por ello que en las dietas de adelgazamiento se excluye el glutamato monosódico.
También han habido estudios que han intentado relacionar al glutomato monosódico con la diabetes, con resultados dispares.
En cualquier caso el consumo de productos procesados de forma industrial no es la mejor opción alimenticia ni para nosotros ni para nuestros hijos puesto que contienen numerosos aditivos y conservantes, y normalmente son bastante ricos en grasas saturadas, azúcares y calorías, de modo que siempre es mejor utilizar productos naturales no procesados para conseguir una dieta sana y equilibrada.
